La tesis de este libro se enmarca en ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte con la de la vida, en consecuencia, el prototipo que Nietzsche empieza bosquejar en el nacimiento de la tragedia es el superhombre dionisiaco u hombre trágico y que en cierta medida tiene su génesis en el flujo y reflujo de Heráclito. (Ley Hermética Todo Fluye y Re-Fluye)

El camino arriba y abajo es uno y el mismo, (MACRO-COSMO y MICRO-COSMO) había dicho Heráclito exponiendo este tipo de sentir trágico, en la tragedia de los griegos Nietzsche cree descubrir la antítesis entre peras (lo finito) y a peirón (lo infinito) (DUALIDAD Y ENLOZADO DE MOSAICO) es decir la tensión entre el ser finito destinado a la aniquilación que se hunde y se embriaga en el fondo de lo infinito que hace surgir. Este ir y venir entre lo finito e infinito lo denomina Nietzsche como la contraposición entre lo apolíneo y lo dionisíaco.

Estos dos principios se corresponden con los dioses griegos Apolo y Dionisio. El primero es el símbolo de la serenidad, de la claridad, de la medida, del racionalismo; es la imagen clásica de Grecia; en lo dionisiaco, en cambio, se encuentra lo impulsivo, lo excesivo, y desbordante, la afirmación de la vida, el erotismo, la orgia como culminación de este afán de vivir, es decir ¡SI! a la vida, a pesar de todos sus dolores. En este sentido para Nietzsche la influencia de Schopenhauer cambia de signo, y en lugar de la negación de la voluntad de vivir, pone esa voluntad en el centro de su pensamiento.

Hay pues en el universo griego todo un misterio a desentrañar, según Nietzsche es la incógnita sobre la existencia la que nos lleva a impregnarnos de la imagen del dolor. Por tanto, surge como imperativo penetrar en las honduras del uno primordial para así poder ver su relación con lo dionisíaco-apolíneo y verificar si es lo inabarcable de este problema la causa del hombre trágico o sino mas bien del arte griego. Es más aquí se releva al substrato del saber como el conocimiento del genio dionisíaco-apolíneo  y su obra de arte, o al menos a la comprensión llena de presentimientos de esa unidad llamada el uno primordial. En suma quien accede a estos límites cognoscitivos percibe que solo como fenómeno estético está justificada la existencia del mundo. 

Tal justificación comienza por definir lo uno primordial como el dios artístico en cuanto que es la visión eternamente cambiante y eternamente nueva del ser mas sufriente, mas anti ético, mas contradictorio, que únicamente en la apariencia se redime.

Esta concreción en el mundo de la materia asume los rostros de Apolo quien representa la divinidad de la luz y cuyo poder permite alcanzar la purificación en lo intangible. Y Dionisio quien simboliza la voz de la voluntad y el dolor que conduce como afirma Nietzsche “Hacia las madres del ser, hacia el núcleo más íntimo de las cosas”.

Hasta aquí podemos observar que para Nietzsche no es la filosofía ni la política la cúspide de la cultura griega sino que es la tragedia el fruto más maduro del mundo heleno. En la tragedia confluyen dos fuerzas que habían servido de inspiración a toda la producción griega a saber lo apolíneo y lo dionisíaco. Apolo dios de la luz y del arte representa lo apolíneo, fuerza que ha guiado buena parte del arte griego antiguo e intenta plasmar la belleza en el mundo, construir una isla donde el individuo se encuentre resguardado del flujo caótico del universo y de la existencia. Lo apolíneo es un principio sosegador y aquietador, y en las obras bajo el influjo de lo apolíneo nos sumergimos en la tranquila serenidad de la apariencia bella. En otras palabras el solar Apolo representa el principio de racionalización gracias al cual nos sustraemos del flujo salvaje de nuestras vidas, es el descanso luminoso de nuestras almas. Nietzsche lo asocia al sueño, distinto a la pesadilla en donde la realidad vaporosa y vagamente se nos presenta como cumplimiento de nuestros deseos.

Frente a este impulso aquietador de lo apolíneo el filósofo alemán sitúa lo dionisíaco representado por la embriaguez. Lo dionisíaco se manifiesta como una explosión de la vitalidad salvaje en la que desaparecen incluso los límites de la individualidad. Dionisos dios del vino y del éxtasis que celebra la danza orgiástica es el sujeto arrebatado por el baile y la música que pierde la razón del yo y se funde en la vorágine vital que es la esencia del mundo este concepto muestra lo dionisíaco como pura y basta voluntad, por tanto lo dionisíaco y lo apolíneo son modos diferentes de entender la experiencia vital en pugna pero complementarios, tal como, la tragedia de Esquilo y Sófocles aunaron correctamente estos dos impulsos  sin anular ninguno la fuerza del otro.

Entre tanto Nietzsche reflexiona sobre el efecto estético que surge cuando aquellos dos poderes artísticos apolíneo y dionisíaco entran juntos en actividad y qué relación mantienen la música con la imagen y el concepto.

 En torno a esta reflexión el filósofo alemán transcribe una abstracción de Schopenhauer vertida en el manuscrito EL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN. Alude así:

“Los conceptos son los universalia post rem (universales posteriores a la cosa), la música expresa, en cambio, los universalia ante rem (universales anteriores a la cosa), y la realidad los universalia in rem (universales en la cosa)”.

En tal sentido Nietzsche concluye que: A consecuencia de todo esto podemos consolidar que el mundo aparencial, o naturaleza, y la música, son dos expresiones distintas de la misma cosa, la cual es por ello única. Finalmente y por añadidura, se puede concluir que, concepto e imagen corresponden a lo apolíneo y música a lo dionisíaco

Conclusión.

QQ:. HH:. Como cierre a este Trabajo y luego de las investigaciones realizadas, las lecturas y el intercambio de opiniones, puedo decir con toda libertad y confianza que efectivamente lo apolíneo y lo dionisiaco en la obra de Nietzsche son una manifestación del fenómeno estético, tomando como referencia textual el  punto de vista del poeta chileno Cesar Vázquez López en su trabajo “ARTE Y TRAGEDIA” en torno a Nietzsche:

“Por supuesto, es el filósofo de las grandes intuiciones. De hecho tal aseveración queda ya en evidencia en su primer escrito. Pues bien EL  NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA, es un libro a través del cual esboza por primera vez el germen de sus dos grandes temas el Superhombre y el Eterno Retorno”

Pero también esto nos lleva a reflexionar aún más sobre las sociedades del mundo actual en el que nos desenvolvemos, en las que pareciera que por lo agitado y acelerado del modo de vida hemos perdido la facultad juzgar, dejando nuestra libertad extraviada, olvidándonos así del hecho de conocernos a nosotros mismo, en nuestras potencialidades y limitaciones casi a la inutilidad consciente, caminando así por el filo de la navaja en la delgada línea entre la libertad apolínea y el libertinaje dionisíaco, desde allí, y a fuerza de voluntad debemos internalizar el fenómeno estético o simplemente pretender andar como el perro extraviado de su hogar viviendo como quiere pero sin saber a dónde ir.

Para finalizar esta conclusión y a su vez este ensayo citare  la siguiente frase:

 “Puede calificarse como amante del estudio quien cada día adquiere conocimiento nuevo, y cada mes retiene lo que ha aprendido”

Confucio.

Bibliografía:

·         EL PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO 1.998 / Coedición Internacional Ediciones Larousse, S.A.

·         HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 1.969 / Julián Marías Vigésima Primera Edición / Editorial Revista de Occidente, S.A. Madrid-España.

·         Ensayo Filosófico: NIETZSCHE “ARTE Y TRAGEDIA” / César Vásquez López-Poeta Chileno. Web: http://orbita.starmedia.com/~aguila_coronada.